sábado, mayo 17, 2008

Carta de la Dignidad del Médico


"Carta de la Dignidad del Médico:

Esta carta es para vos, hermano, que te levantás a las 4:30 de la madrugada, en una camita de la emergencia, con la voz de un enfermero que te dice: "Doc, hay pacientes."

Esta carta es para vos que, cuando terminás ese turno salado, donde dormiste a 7 gotas por minuto, te das cuenta de que tenés que volver en bus.

Es para vos, que tenés que comprarte un pancito porque la comida que te dan en el hospital es peor que la que comen los enfermos.

También es para vos, que si vivís de los turnos, sabés que cuando te tomas unos días de vacaciones, a la vuelta tenés que trabajar el doble porque no te alcanzan las bolas; y terminás el doble de fundido.

Sobre todo, esta carta es para vos, que sabés muy bien que si no te gusta lo que te pagan por el turno te dicen: "Si no te gustá, te vas; total, seguro encuentro un médico mas barato.

Y sobre todo, sobre todo, para ti, que ni te cuento cuando se te llenán los ojos de lágrimas si tu hijo te dice: "Papa, ¿no te podés quedar?". Y le tenés que decir: "No hijo tengo turno." Y te sentís peor.

Cuántas cosas dejamos atrás en nuestra profesión, cuánto nos perdemos de vivir en esta carrera que elegimos, en un país donde te conviene ser enfermero, porque tenés más solvencia económica, o visitador médico, si querés cambiar todos los años el auto. Y digo esto sin denigrar ni tener enojo a estas personas.

Digo esto porque estoy cansado de ser explotado nada más y nada menos que por médicos que estudiaron la misma carrera que yo, que vivieron igual que yo en una pensión y que, muchas veces, "comieron" un café con leche , y que ahora se pasean en lujosos autos y que, encima cuando pasan enfrente tuyo, cuando estas en la parada, te saludan complacientemente.

Lo peor es que también te explotan los empresarios, que no tienen idea de la medicina y te hacen subir en una ambulancia de emergencias que no tiene ni lo básico para hacer un traslado donde te jugás el título por necesidad.

Digo esto, sobre todo, porque no tienen la culpa los políticos, no tienen la culpa los médicos explotadores, ni los empresarios. Tampoco tienen la culpa los enfermeros que te despiertan a la madrugada.

La culpa la tenemos nosotros. Sí, nosotros, que nos bajamos los pantalones. Nosotros, que nos comemos dobladas los turnos eternos de mucho trabajo y poca plata. Nosotros, que nos tenemos que aguantar que una enfermera o un administrativo tengan más poder de decisión que nosotros. Nosotros, que si tenemos un juicio de mala praxis (¡Dios nos libre!), nos la tenemos que tragar solitos. Nosotros somos los culpables, por no estar unidos, por no juntarnos y tratar de unificar nuestra frustración y cambiar esto.

Mucha de la gente que lee esto, seguramente se sentirá identificada; muchos, no, pero son los pocos. También sé que muchos de nosotros se dieron cuenta de esto hace rato; pero tenemos miedo. Miedo a quedarnos sin trabajo, un miedo enfermo que no hace más que agravar esta situación; que hace que cuando queramos organizar reuniones para cambiar esta situación, tengamos que cuidarnos de algunos pocos médicos que nos mandan al frente porque piensan que están salvados.

Tal vez después de leer esto pienses que tengo mucha bronca (que si la tengo), pero es superada, y por mucho, por la indignación. Porque me levanté hoy a la madrugada en esa cama de una plaza, sin que me levantase el enfermero, con ganas de hacer algo. Por lo menos, crear conciencia.

Lo escribe un médico, como vos, que se cansó de ser explotado. Un médico, como vos, que se cansó de no hacer nada para cambiar esta situación. Un médico, como vos, que no le encuentra otra solución que unirnos. Unirnos para tener poder. Tener poder para cambiar los aranceles. Tener poder para pedir valores de turnos más dignos. Tener poder para planificar vacaciones. Tener poder para planificar jubilaciones dignas y no tener que hacer turnos hasta los 60 años. Tener poder para que los abogados nos dejen trabajar tranquilos, y no hacer la medicina del terror, el terror a los juicios.

Volvamos a practicar la medicina con placer, no con miedo ni enojo, que nos llene espiritualmente, que nos gratifique, que no nos torture. Y, sobre todo, que seamos dignos, que levantemos la cabeza y podamos vivir una vida, no solo sobrevivir a un turno.

Autor: Anónimo, Un médico como vos."

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